Grupo de gran expansión geográfica en los estados de centrales del país e incluso a entidades del centro-norte, como resultado de su tradición de jornaleros. No hay un registro absoluto acerca del significado preciso del vocablo otomí, pero una interpretación es que su significado es pueblo errante; debido a la separación de las dos palabras que lo componen: otho, que significa no poseer nada, y mi, establecerse. Quienes quedaron en su región tradicional, hablan ñahñu que significa “los que hablan por la nariz” por su particular fonética. La lengua otomí tiene variantes dialectales, las cuales están asociadas con los distintos lugares geográficos donde habita este grupo étnico.
Las tomas en esta colección provienen de Hidalgo, Tlaxcala y el Estado de México.
En el Estado de México, se localizan en 14 de los 121 municipios de la entidad, en dos regiones, la del noroeste y la región centro, Toluca-Lerma. Su hábitat lo forman valles, bosques y montañas. La región es atravesada por el monte de las Cruces, la sierra del Monte Alto y Monte Bajo, así como la sierra de San Andrés Timilpan, y es irrigada por el río Lerma. Los climas predominantes en la región son el templado subhúmedo y frío, con lluvias en verano y heladas en invierno.
Los grupos que se localizan en el Valle del Mezquital están divididos geográficamente por la serranía de San Miguel. Los diez municipios con mayor número de población indígena abarcan 1 665 km2. El Valle forma parte de la provincia fisiográfica llamada Meseta Neovolcánica y se halla en la zona adyacente a la vertiente occidental de la Sierra Madre. Es una prolongación del Valle de México, al norte del Distrito Federal. Se encuentra en la parte central del estado de Hidalgo. Se sitúa básicamente en la cuenca del río Tula, que es la principal corriente de agua en la vertiente oriental que va en dirección sur-noroeste, y en el cual hay un grave problema de contaminación de sus aguas. El Valle es seco, de un terreno arcilloso, donde sólo hay verdor en las riberas de los ríos. Del polvo y las piedras surgen los pobres campos de maíz y maguey, de donde obtienen una importante producción de pulque para su consumo local.
Actividades económicas
La actividad tradicional de los otomíes es la agricultura, generalmente mediante técnicas y herramientas tradicionales. Los cultivos principales son: maíz, frijol, chile, trigo, avena, alfalfa, cebada, papa y haba, casi todos de autoconsumo. En los lugares adecuados, practican la ganadería lanar, porcina y equina. Como complemento de la subsistencia familiar se crían animales de traspatio, como guajolotes, gallinas y pollos. Los grupos otomíes se caracterizan por la diversidad en su producción artesanal, entre los que se encuentran: tapetes de lana, fabricados especialmente por las mujeres; molcajetes y metates de piedra negra y piezas de alfarería con creativos dibujos, bolsas de paja de trigo, sombreros de palma, canastas y sillas de tule, ayates de fibra de maguey; manteles y servilletas tejidas a mano, y sobresalen también los textiles elaborados en telares de cintura. Organización social La familia es nuclear formada por el padre, la madre y los hijos, constituye la unidad básica de las comunidades. La residencia es patrilocal, es decir, los hijos varones viven en la casa del padre. Cada miembro de la familia tiene bien definido su trabajo, por género y edad. En los tiempos de siembra y cosecha toda la familia participa en esas actividades. Los vínculos de compadrazgo que surgen en el bautizo se consideran como la vinculación simbólica más importante en este grupo indígena. El cambio de la situación socioeconómica en la región ha provocado una extrema rigidez entre la dicotomía civil y religiosa; la importancia de la jerarquía religiosa ha disminuido con respecto a la civil. Las responsabilidades de las autoridades del pueblo están siempre más ligadas a las instituciones administrativas actuales. El conjunto de los cargos públicos se integra en el marco del "ayuntamiento constitucional", cuya cabecera es el centro político, con el presidente municipal al frente. En cada barrio hay un representante, que es elegido por el delegado municipal y el pueblo, el cual tiene la función de servir como intermediario entre su comunidad y los representantes del gobierno municipal. Fiestas Las fiestas que celebran los otomíes se enmarcan en el calendario religioso católico. Para llevar a cabo una fiesta, en cada comunidad se forma una comitiva, la cual se encarga de recolectar una cooperación en cada barrio, la cual se utiliza para la compra de adornos, juegos pirotécnicos, comida y música. Los rituales festivos permiten a los otomíes reencontrarse con los suyos, con sus raíces, reproducir valores tradicionales, así como reafirmar su identidad como integrantes de un grupo social definido. En estos festejos, desde la época colonial, su participación se debe a un compromiso de fe y a un sentido de cohesión étnica.
Cosmogonía-salud y enfermedad En las comunidades más aisladas y tradicionales, subsiste la relación entre las deidades nativas y las cristianas: el culto a los muertos, el nagualismo, la causalidad de las enfermedades y aspectos relacionados con la cosmogonía hñähñü “Según el mal es el remedio...”. La enfermedad tiene una base mágico-religiosa, por lo que la medicina doméstica ha jugado un papel importante para mantener el equilibrio biológico-social de la comunidad; el uso de la herbolaria es cotidiano. Este conocimiento empírico se aplica a padecimientos de origen natural y sobrenatural, con recursos terapéuticos como infusiones, masajes con cremas y bálsamos. Para curarse acuden con terapeutas tradicionales, como son las parteras y los hueseros, hierberos y rezanderos. Nota: Resumen elaborado con información del sitio oficial www.cdi.gob.mx
La actividad tradicional de los otomíes es la agricultura, generalmente mediante técnicas y herramientas tradicionales. Los cultivos principales son: maíz, frijol, chile, trigo, avena, alfalfa, cebada, papa y haba, casi todos de autoconsumo. En los lugares adecuados, practican la ganadería lanar, porcina y equina. Como complemento de la subsistencia familiar se crían animales de traspatio, como guajolotes, gallinas y pollos. Los grupos otomíes se caracterizan por la diversidad en su producción artesanal, entre los que se encuentran: tapetes de lana, fabricados especialmente por las mujeres; molcajetes y metates de piedra negra y piezas de alfarería con creativos dibujos, bolsas de paja de trigo, sombreros de palma, canastas y sillas de tule, ayates de fibra de maguey; manteles y servilletas tejidas a mano, y sobresalen también los textiles elaborados en telares de cintura. Organización social La familia es nuclear formada por el padre, la madre y los hijos, constituye la unidad básica de las comunidades. La residencia es patrilocal, es decir, los hijos varones viven en la casa del padre. Cada miembro de la familia tiene bien definido su trabajo, por género y edad. En los tiempos de siembra y cosecha toda la familia participa en esas actividades. Los vínculos de compadrazgo que surgen en el bautizo se consideran como la vinculación simbólica más importante en este grupo indígena. El cambio de la situación socioeconómica en la región ha provocado una extrema rigidez entre la dicotomía civil y religiosa; la importancia de la jerarquía religiosa ha disminuido con respecto a la civil. Las responsabilidades de las autoridades del pueblo están siempre más ligadas a las instituciones administrativas actuales. El conjunto de los cargos públicos se integra en el marco del "ayuntamiento constitucional", cuya cabecera es el centro político, con el presidente municipal al frente. En cada barrio hay un representante, que es elegido por el delegado municipal y el pueblo, el cual tiene la función de servir como intermediario entre su comunidad y los representantes del gobierno municipal. Fiestas Las fiestas que celebran los otomíes se enmarcan en el calendario religioso católico. Para llevar a cabo una fiesta, en cada comunidad se forma una comitiva, la cual se encarga de recolectar una cooperación en cada barrio, la cual se utiliza para la compra de adornos, juegos pirotécnicos, comida y música. Los rituales festivos permiten a los otomíes reencontrarse con los suyos, con sus raíces, reproducir valores tradicionales, así como reafirmar su identidad como integrantes de un grupo social definido. En estos festejos, desde la época colonial, su participación se debe a un compromiso de fe y a un sentido de cohesión étnica.
Cosmogonía-salud y enfermedad En las comunidades más aisladas y tradicionales, subsiste la relación entre las deidades nativas y las cristianas: el culto a los muertos, el nagualismo, la causalidad de las enfermedades y aspectos relacionados con la cosmogonía hñähñü “Según el mal es el remedio...”. La enfermedad tiene una base mágico-religiosa, por lo que la medicina doméstica ha jugado un papel importante para mantener el equilibrio biológico-social de la comunidad; el uso de la herbolaria es cotidiano. Este conocimiento empírico se aplica a padecimientos de origen natural y sobrenatural, con recursos terapéuticos como infusiones, masajes con cremas y bálsamos. Para curarse acuden con terapeutas tradicionales, como son las parteras y los hueseros, hierberos y rezanderos. Nota: Resumen elaborado con información del sitio oficial www.cdi.gob.mx
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